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Una Mirada Sistémica al Destino…

Para Bert Hellinger el Destino es "El corazón de aquél que ha comprendido que lo presente está en resonancia con lo pasado, tanto en lo bueno como en lo malo y late en sintonía con el mundo". 

Cada persona es concebida gracias a sus padres, vive de una manera particular y su camino le conduce de una manera particular al lugar donde se encuentra. Quizás este camino haya tenido diferentes formas de recorrerlo, no importa cual sin juzgarlo. Lo importante es que cada uno de nosotros es quien es gracias a todo y a todos los que formaron parte de su camino. Eso lo podemos ver como que esta viviendo su destino particular.

Nos pasa que a veces nos quejamos de los padres que tenemos y porque no fueron otros, o porque nos ocurrió esto y no lo otro, en fin parece que siempre estamos en una queja constante. Detrás de esta queja se esconde el deseo de tener un pasado distinto, como si de esta manera se pudiera ser más feliz de lo que se es. Solo piensa, si algo hubiese sido diferente, ya no serías el mismo, serías otro... Son nuestra herencia, lo que vivimos, el camino recorrido, nuestras acciones, desaciertos y experiencias, las que nos han hecho quien somos. Todo ello forma nuestro destino. El destino particular incluye todo lo que nos ha pasado, y sus consecuencias para el presente y el futuro.

Nosotros vamos creciendo gracias a todo lo que nos nutre, a todo lo que nos dieron y por otro lado lo que se nos opone y lo que no recibimos. En las Constelaciones Familiares uno de los principales actos sanadores es poder asentir a nuestro destino particular. Sin darnos cuenta nos la pasamos en una pelea con el pasado, estar mirando ese pasado es el que nos quita fuerza para vivir plenamente el presente. Cuando aceptamos nuestra vida, tal como es y como ha sido, estamos en sintonía con nuestro destino. Ésta es otra de esas bellas paradojas de nuestra existencia, que ganamos libertad de cara al presente y al futuro cuando aceptamos la vida tal y como es… Hay un antiguo cuento sufi que lo ilustra con gran belleza:

Escuche una parábola antigua y debe de ser muy antigua, porque en aquellos días Dios acostumbraba a vivir en la tierra. Un día, un viejo campesino fue a verlo y le dijo: "Mira, tú serás Dios y habrás creado el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte: no eres un campesino. No conoces ni siquiera el ABC de la agricultura, tienes mucho que aprender". Y Dios le dijo: "¿Cuál es tu consejo?". El granjero contestó: "Dame un año y deja que las cosas se hagan como yo creo y veamos qué pasa. La pobreza no existirá más". y Dios aceptó y le concedió al campesino un año. Naturalmente, pidió lo mejor y sólo lo mejor: ni tormentas, ni ventarrones, ni peligros para el grano. Todo fue confortable, cómodo, y él era muy feliz. El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol, había sol; cuando quería lluvia, había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, matemáticamente perfecto. El trigo crecía tan alto que el campesino fue a ver a Dios y le dijo: "¡Mira! Este año tendremos tanto grano que si la gente no trabaja en diez años, aun así tendremos comida suficiente". Pero cuando se recogió la cosecha, los granos estaban vacíos. El granjero se sorprendió. Le preguntó a Dios: "¿Cuál ha sido el error? ¿Qué ha pasado?". Dios dijo: "Como no hubo desafío, no hubo conflicto ni fricción, como tú evitaste todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente. Un poco de lucha es imprescindible. Las tormentas, los truenos, los relámpagos, son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo".

Una de las lecciones mas dolorosas de la vida es reconocer y aceptar tu propia impotencia, cuando vivimos alguna situación difícil de un ser querido, pensando que podemos arreglar su vida, empezando por nuestros padres, queremos hacerlos felices. Después la vida nos enseña con dureza que no es así. Aunque amamos a alguien, no siempre podemos evitarle un problema, un sufrimiento o una experiencia dolorosa, no somos tan poderosos como para cambiar el destino de otro. Le podemos echar una mano amorosa y acompañarle en su camino, pero no podemos dar ni un paso en lugar de él.

Hay que tener cuidado con esos seres queridos pues si lo compadecemos, seguramente lo victimizamos y lo que hacemos es debilitarlo, pues lo vemos mas pequeño, como una víctima de las circunstancias. Igual pasa si queremos consolarlo. Cada uno de nosotros tiene la fuerza necesaria para llevar su propio destino. A veces cuando queremos consolar a esa persona querida en realidad lo que quiere es cambiar al otro porque no puede soportar su dolor.

Es un acto de amor, adulto, ver al otro junto a su destino…
El único responsable de tu vida... eres tu...

Y como va el camino de tu destino… haz tomado consciencia de cómo llevas tu vida…

Gracias a Peter Bourquin por inspirarme a escribir este artículo.

Escrito por Gustavo Alviárez (1321214) / 30-03-14
Managment Sistémico Coach-Constelador Org/Flia
@gustavoaan


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