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PRIMER PASO — LA INOCENCIA Y  SEGUNDO PASO — EL NACIMIENTO DEL EGOApreciados Bloggerteros ya en el inicio del cierre de este compartir del Sendero del Mago. “He dicho que en el camino hacia la libertad y la realización hay siete pasos de alquimia". - dijo Merlin - y es por ello que se los entrego para que puedan descubrir la Libertad y la Realización en su camino... Disfruten de este aprendizaje de estos dos primeros pasos.  



“Ustedes nacieron en estado de inocencia. De todos los ingredientes empleados por los alquimistas, éste es el más importante. Un recién nacido no cuestiona su existencia; vive en la aceptación de sí mismo, en la confianza y el amor. No escucha todavía la voz insistente de la duda.

“Al mirar los ojos de un bebé, vemos en ellos muy poca individualidad. La pregunta de ¿Quién soy? carece de significado para el infante. Lo que brilla a través de sus ojos es la consciencia misma, la fuente de toda sabiduría. El bebé llega al mundo a partir de la fuente misma de la vida y se desprende de ella gradualmente. Durante un tiempo, permanece inmerso en la eternidad. No tiene noción del pasado o del futuro, sólo de un presente en desarrollo. Eso es lo que significa vivir en la eternidad, ¿porque qué es lo eterno sino el momento presente que se renueva a sí mismo constantemente? El bebé ya disfruta de la promesa misma del Grial — la vida eterna — porque vivir fuera del tiempo es el secreto de la inmortalidad”.

“Si eso es cierto”, dijo gravemente Galahad, “entonces, ¿porqué no somos todos inmortales desde el nacimiento?”

“A causa de las semillas y las tendencias”, replicó Merlín. “Todos los bebés tienden a pasar del mundo eterno al mundo de las horas, los días y los años, del silencio del mundo interior a la actividad del mundo exterior, de la contemplación de sí mismos a la contemplación de todas las cosas fascinantes que los rodean. Basta con observar a un recién nacido durante sus primeras semanas de vida. Poco a poco fija su atención sobre este asombroso mundo nuevo en el cual se encuentra. Y así comienza la alquimia, la transformación constante que se esconderá bajo cada respiración durante los años por venir.

“Un bebé no es un ángel — su pureza dura poco. Por dentro, el bebé siente las primeras punzadas de la ira y el temor, la desconfianza y la duda. A medida que el bebé sale de su estado de inocencia, entra en un mundo más duro, de heridas y golpes. Surgen deseos que no satisface inmediatamente; experimenta el dolor por primera vez.

“Ustedes los mortales llaman a esto la pérdida de la gracia, pero se equivocan. La gracia opera en cada paso de la existencia humana, aunque no lo reconozcan debido a su limitada percepción”.

“¿En qué se parece esta triste historia a la alquimia?”, preguntó Percival, roído todavía por la duda.

“En que a toda hora está en funcionamiento una magia oculta”, dijo Merlín. “El bebé realmente no pierde su inocencia original a medida que crece. Lo que sucede es algo todavía más misterioso. La inocencia permanece intacta en un estado de pureza e integridad que ustedes sencillamente olvidan. Ahora viven en fragmentos. Para ustedes, el mundo es limitado; su identidad está encerrada entre las experiencias individuales y los recuerdos acumulados.

“Al olvidar la unidad aparentemente perdieron de vista lo que son, pero eso es una ilusión. Aunque no actúan o sienten como recién nacidos, la esencia permanece. De hecho, la integridad no se puede fragmentar; la falsedad no puede dañar a la verdad. La pérdida de la inocencia fue un suceso real que, al mismo tiempo, carece de realidad. Las fuerzas de la alquimia operan detrás de lo que ustedes pueden ver, oír o tocar”.

“¿Cómo puedo saber que la inocencia está realmente allí?” preguntó Galahad.

“Si deseas entrar en contacto con la inocencia que vive dentro de ti, toma nota de las características del infante: está alerta, es curioso, se maravilla, está seguro de que es deseado en esta tierra, siente que vive en la paz perfecta de la eternidad. Todos los bebés sienten estas cosas”.

SEGUNDO PASO — EL NACIMIENTO DEL EGO

“El siguiente paso”, prosiguió Merlín, “anuncia la entrada en escena del ego, el sentido del ‘yo’. Para que haya un ‘yo’ también debe existir un ‘tú’ o un ‘aquello’. El nacimiento del ego es el nacimiento de la dualidad. Marca el principio de los contrarios y, por lo tanto, de la oposición. Aunque cada nuevo paso de la alquimia hace tambalear al anterior y pone el mundo al revés, esta revolución es quizás la más espantosa. ¡Han dejado de ser dioses!

“Imaginen un ser que se siente omnipotente en su mundo. A donde quiera que mira encuentra el reflejo de sí mismo. De pronto, comienza a ver a las personas y a las cosas como creaciones separadas. Ninguno de ustedes recuerda este suceso aterrador porque ocurrió en la primera infancia. Sin embargo, fue un cambio estremecedor, casi como un nuevo nacimiento. Eran felices como dioses y nacieron a la mortalidad”.

“También fue un nacimiento al dolor”, dijo Percival. “¿Era absolutamente necesario este paso?”

“Ah, claro que sí. Ya les dije, las semillas y las tendencias. Cuando la curiosidad del bebé lo lleva a fijar su atención afuera de sí mismo, ¿qué es lo que ve? Primero, el rostro de su madre. De acuerdo con el plan de la naturaleza, el bebé responde automáticamente a su madre como a una fuente de amor y alimento. Pero es una fuente externa a sí mismo. He ahí la trampa, porque por perfecto que sea el amor materno, no es amor propio y, durante muchos años; ustedes suspirarán por la pérdida del amor perfecto, sólo para darse cuenta de que el objeto de su nostalgia es el amor por ustedes mismos antes de que los demás aparecieran en escena.

“Al principio, no había separación. Cuando el bebé tocaba el seño de la madre, o su cuna, o la pared, sentía que todas esas cosas eran una sola sensación continua sin divisiones. Sin embargo, al poco tiempo todos los bebés se dan cuenta de que hay algo más aparte de ellos mismos: el mundo exterior. El ego dice: ‘este soy yo, ése no soy yo’. Y gradualmente comienza a identificar algunas cosas con su ‘yo’ — su mamá, sus juguetes, su hambre, su dolor, su cama. Tan pronto como emergen las preferencias se perfila todo un mundo que no es “él” — no es su mama, no son sus juguetes, y así sucesivamente.

“No puede recordar ese nacimiento, como tú lo llamas”, dijo Percival. “Pero si lo que dices es cierto, entonces fue en ese momento cuando comenzó la búsqueda del Grial. ¿Dónde más podría comenzar sino en la separación?”

“Si. Mientras ustedes los mortales se sentían divinos, no había necesidad de salir a recuperar la bendición de Dios”, coincidió Merlín. “Pero en la separación comenzaron a buscarse a sí mismos en los objetos y los sucesos. Perdieron la capacidad de verse a sí mismos como la fuente verdadera de todo lo que es. Para el bebé no era equivocado sentirse la fuente de la vida. Pero a medida que comienza a explorar el mundo exterior y a fascinarse por sus objetos, liga su felicidad a ellos. Esto es lo que denominamos referencia al objeto, la cual reemplaza la autorreferencia presente en el bebé”.

“¿Y este paso no se pierde también a medida que el niño continúa avanzando?”, preguntó Galahad.

“Nada se pierde nunca. El nacimiento del ego dio lugar a aspectos que todavía pueden percibir en ustedes mismos: el temor al abandono, la necesidad de aprobación, la necesidad de poseer, la angustia ante la separación, la preocupación por sí mismos, la autocompasión. Desarrollaron adicción por el mundo y continúan siendo adictos, porque ya no pudieron sentir la plenitud de la misma manera simple como la siente

un bebé. Pero no se desesperen, porque bajo esos cambios había una fuerza más profunda en funcionamiento”.

Vamos pongamos todo nuestro empeño en ser observadores desde nuestro interior, recordando el BEBE que un día fuimos y no hemos dejado de ser. Buscando nuestra inocencia y revisando nuestros egos desdeel adulto que somos...

Un gran abrazo y que el universo los llene de sabiduría, para que puedan encontrar el mago que hay en cada uno de nosotros y poder seguir por el Sendero dé Aprendizaje... Feliz inicio de semana.


Gustavo Alviárez
























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