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De Obrero a Colaborador ¡Transición!

En el mundo empresarial resalta la evolución, después de la revolución industrial, del término “obrero” que constituía la condición de la acción en el trabajo. La fuerza laboral estaba constituida por todos aquellos que hacían su “labor” y por tanto su “obra” era el resultado de entregar su capacidad de hacer una determinada tarea de acuerdo a las necesidades de la empresa.

Con el transcurrir de los años, el desarrollo de los procesos productivos, la tecnología y la diversificación de la productividad generó el cambio de la empresa orientada al aporte manual y a la ejecución de las tareas, a una nueva manera de contribuir; las organizaciones comienzan a reconocer que la mano de obra calificada está más relacionada al conocimiento que cada día le permite a la empresa ser más competitiva en mercados cada vez más segmentados.

El término “colaborador” comienza a tener sentido en las empresas, se fortalece y se reconoce que las personas tienen una dimensión humana más allá de la simple utilización de sus capacidades físicas y mentales, se comprende que el tema es Actitudinal y se incluye en el modelo de competencias el componente relacional con el fin de entender que finalmente se trata de personas que dan su contribución de manera integral.

La palabra Colaborador es un término amigable, que invita a construir juntos, a valorar el esfuerzo de los demás y a potenciar la comunicación, el trabajo en equipo, la confianza y el manejo de las relaciones interpersonales en la actividad que se realiza.

Es importante que no se pierda de vista algunos elementos claves en la relación con el colaborador:

1.- Valorar su contribución mediante el reconocimiento de su mejor desempeño y trabajo en equipo.

2.- Respetar la diferencia, el modo de pensar, la religión, la condición sexual y situación social.

3.- Animar a todo el equipo a ser propositivo, generando nuevas ideas y creando mejores maneras de hacer las cosas.

4.- Facilitar los recursos necesarios para que cada uno pueda desarrollar su tarea de forma adecuada y en los tiempos requeridos.

5.- Favorecer espacios de interacción con el grupo de trabajo que permita crear y fortalecer las sinergias requeridas para ampliar el compromiso como una responsabilidad colectiva y no individual.

De nada sirve el término colaborador, si no va acompañado de nuevos sentidos, comportamientos y alcances que marquen claramente la diferencia.

Escrito por Gustavo Alviárez / 17-07-2011

 

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